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Cuando The Savoy abrió sus puertas por primera vez en 1889, fue el primer hotel de lujo construido a tal efecto en Gran Bretaña, ofreciendo el estándar de confort, lujo y servicio al que los ciudadanos estadounidenses de visita en Londres estaban más que acostumbrados al otro lado del charco. Richard D’Oyly Carte, el agente teatral que construyó The Savoy, se alojó en algunos de los nuevos hoteles estadounidenses durante la gira con su Opera Company que le llevó a recorrer los Estados Unidos desde finales de la década de 1870 a principios de 1880. Fue allí donde tuvo constancia de la rapidez con la que estos hoteles adoptaban nuevas tecnologías. Sin duda, estas serían toda una novedad en el panorama hotelero londinense.
Cámara, acción y… ¡luces!
El propio D’Oyly Carte había introducido una innovación en Londres cuando creó el teatro Savoy en 1881. Esta teatro fue el primer edificio público en Gran Bretaña iluminado completamente con luz eléctrica, ya que la bombilla eléctrica acababa de ser patentada en los Estados Unidos en 1879.
Luz para todos
La electricidad del hotel y del teatro se alimentaba de vapor de agua procedente de los propios pozos artesianos del hotel calentados en una enorme sala de calderas situada en los bajos del Savoy. Todo el hotel estaba iluminado con luz eléctrica y los huéspedes podían encender y apagar la luz de sus habitaciones a voluntad. El agua caliente de las calderas servía al sistema de calefacción central del hotel, además de proporcionar un suministro ilimitado para sus 67 baños. Los pozos artesianos también generaban agua para los dos ascensores hidráulicos para los huéspedes. Los mecanismos tuvieron que importarse de Estados Unidos puesto que aún no existía ningún proveedor británico y, con este equipo instalado, D’Oyly Carte omitió deliberadamente la creación de una escalera principal en el hotel. Los huéspedes que sobrevivían el trayecto hasta sus suites podían llamar al servicio de habitaciones a través de los tubos acústicos disponibles en cada habitación y el personal del hotel subía a las plantas para atender todas las peticiones utilizando los cuatro ascensores para el servicio instalados a tal efecto.
A la vanguardia
Las estancias privadas para el servicio eran en cierto modo tan lujosas como las de cara al público. Las cocinas estaban equipadas con los aparatos modernos más vanguardistas y, rompiendo totalmente con la tradición, estaban dotadas de luz natural y ventilación. En 1890, el fantástico chef Auguste Escoffier se incorporó al Savoy como metre y reorganizó la cocina en áreas. Esto revolucionó el sector de la restauración británico de tal manera que, hasta la fecha, la mayoría de las cocinas de grandes dimensiones siguen organizándose siguiendo este sistema.
En el aire
The Savoy se mantenía al día sobre invenciones nuevas e innovadoras. A inicios del siglo XX, Guglielmo Marconi, residente de estancia prolongada del Savoy y padre de la radiodifusión moderna, inventó un transmisor de radio barco-tierra para instalar en buques de crucero. En 1905, The Savoy comenzó a anunciar marconigramas en los buques, era la manera ideal para publicitar las habitaciones del Savoy entre los pasajeros a bordo que podían reservar incluso antes de atracar en Inglaterra. El aire acondicionado era otra de las grandes innovaciones de gran importancia para los huéspedes estadounidenses. Desde finales de los años 20 hasta mediados de los 30, se instalaron unidades de aire acondicionado en todo el Savoy, además de cambiar la mayoría de las ventanas. Las nuevas ventanas batientes prometían ofrecer total tranquilidad y protección contra los dañinos rayos ultravioleta.
El futuro comienza aquí
Dando un gran salto adelante en el tiempo, The Savoy también se atrevió con tecnologías más modernas y, en 1984, informatizó su libro de registros. Hasta entonces, los registros se habían mantenido a mano utilizando fichas que se almacenaban en bancos con pequeños ficheros. Tras asesorarse, el hotel adquirió un sistema IBM de alta gama por 100 000 libras. El nuevo equipo disponía de una memoria principal de 512 Kb y una capacidad de almacenaje de disco fija de 400 Mb. Había 12 terminales conectadas al sistema. Se trataba de un riesgo que podría haber salido bastante caro pero, afortunadamente, los ordenadores resultaron ser verdaderamente el futuro. Como dijo uno de los directores de la empresa allá por los años 30, «The Savoy siempre está al día y, si es posible, un paso por delante».